Horas después de que el Consejo de la Federación (Cámara alta del Parlamento ruso) diera luz verde al uso de la fuerza en Siria, aviones rusos atacaron objetivos en la provincia de Homs, en el noroeste del país árabe. Según informó el Ministerio de Defensa, la misión, llevada a cabo contra el grupo Estado Islámico, fue ejecutada por cazas rusos pilotados por militares sirios, coordinados desde el centro de operaciones de Bagdad, en la que trabajan rusos, iraquíes e iraníes. Fuentes de la Administración Obama señalaron a medios estadounidenses, sin embargo, que los proyectiles no cayeron sobre áreas controladas por los yihadistas. Moscú informó previamente a Washington de su plan de ataque.
El Consejo de la Federación dio esta mañana autorización para utilizar las Fuerzas Armadas de Rusia en Siria, según informaron las agencias rusas citando a Serguéi Ivanov, el jefe de la Administración presidencial del Kremlin, pocos minutos después de haber informado de que Vladímir Putin había solicitado la autorización para emplear tropas en el extranjero, de acuerdo con el procedimiento legal establecido para tal eventualidad. Apenas la jefa del Consejo de la Federación, Valentina Matvienko, había afirmado que esa Cámara se iba a reunir hoy en Moscú para abordar la propuesta del jefe del Estado, Ivanov, daba ya por otorgado el consentimiento del Consejo de la Federación, que aúna a los representantes de las regiones, por “unanimidad” y 162 votos.
Ivanov dijo que la intervención rusa responde a una petición del presidente de Siria, Bachar el Asad, y que las operaciones militares contra el Estado Islámico se limitarán a apoyo aéreo de las fuerzas armadas gubernamentales sirias y a ayuda técnica en el manejo de los equipos bélicos suministrados a este país. Ivanov, que la víspera participó en una reunión del consejo de Seguridad con el presidente Putin, recién llegado de EE UU, afirmó que la operación tendrá límites precisos y “no puede prolongarse indefinidamente”.
Una fuente de Interfax dijo que “se trata de la participación en la operación antiterrorista de los aviones y helicópteros de las Fuerzas Aéreas de Rusia que se encuentran ya en el aeródromo de Latakia y que han realizado vuelos de reconocimiento”. Según el Ministerio de Defensa de Rusia, el centro de coordinación antiterrorista con sede en Bagdad (un proyecto anunciado como conjunto entre Rusia, Irak e Irán) está funcionando y suministrando datos, como fotografías tomadas desde satélites y mediante aparatos no pilotados, para combatir a las fuerzas del Estado islámico. Ivanov justificó la decisión rusa asegurando que responde a la defensa de intereses nacionales y para avalarla afirmó que el “número de ciudadanos de la Federación Rusa y países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) que se suman al Estado Islámico aumenta no por días, sino por horas”.
Tras la reunión del presidente ruso con su homólogo norteamericano Barack Obama en la ONU en Nueva York los acontecimientos se han precipitado. Al margen de las declaraciones retóricas desde Washington y Moscú, hay serios indicios de que el acuerdo de los dos presidentes para colaborar en Siria implica de hecho como mínimo congelar los problemas provocados por la intervención militar de Rusia en Ucrania tras la caída del régimen del presidente Víctor Yanukóvich en febrero de 2014 y relegar a un futuro indefinido las consecuencias de la anexión de Crimea y el futuro de las autodenominadas repúblicas populares de Donetsk y Lugansk (parte de las provincias industriales y mineras del mismo nombre).
Uno de los elementos que parecen derivados del entendimiento de Putin y Obama respecto a Siria es el acuerdo logrado el martes por la noche en Minsk, la capital de Bielorrusia, por el “grupo de contacto” para la regulación del conflicto en Donbás --que incluye Donetsk y Lugansk. Bajo los auspicios de la OSCE, el grupo de contacto ha concertado la retirada de las armas de calibre inferior a 100 milímetros de la zona de conflicto. Al grupo de contacto pertenecen Rusia, Ucrania y representantes de los secesionistas, pero al trato del martes por la noche se llegó sin la firma de los secesionista, que debían asumir el documento antes del jueves, según el ex presidente de Ucrania. Leonid Kuchma, representante de Kiev en las conversaciones.
Martin Seidig, el representante de la OSCE en el grupo de contacto, manifestó que la retirada de tropas se realizará en dos fases, la primera se iniciará dos días después del alto el fuego que se prolongará durante 15 días y la segunda, que durará 24 días. En febrero, las partes ya habían concertaron un acuerdo para retirar las armas de calibre superior a 100 milímetros de la zona de conflicto. La cronología de los acontecimientos parece indicar que este nuevo trato les ha sido impuesto a los secesionistas. Desde Rusia se anunciaba el envío a aquellos territorios de un nuevo convoy de “ayuda humanitaria”. En Nueva York el vicepresidente Joseph Biden consolaba el martes al presidente de Ucrania Petró Poroshenko asegurándole “la seguridad de Ucrania no está vinculada de ninguna manera con la situación en Siria”, según informaba la agencia Interfax, citando el servicio de prensa de la presidencia ucraniana. Biden celebró la firma en Minsk del acuerdo de retirada de los armamentos de calibre inferior a 100 milímetros.
En marzo de 2014, durante el proceso de anexión de Crimea por Moscú, el Consejo de la Federación de Rusia dio luz verde a la intervención de las tropas rusas en Ucrania y posteriormente revocó el permiso, aunque hay numerosas pruebas de que personal militar y equipo técnico ruso actuó en Donbás posteriormente. Pese a la evidencia, Moscú ha negado que sus tropas hayan intervenido en las regiones secesionistas ucranias de Donetsk y Lugansk.
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